miércoles, 23 de abril de 2014

El cambio

La situación actual nos ha puesto a prueba como sociedad, y frente a todas las injusticias hemos demostrado una pasividad y una ignorancia únicas.

España, al igual que muchos otros países está pasando por un mal momento, y con el fin de salir de él, se están poniendo en marcha diversos mecanismos que requieren un sacrificio social y económico. Pero este afán de recuperación afecta en su mayoría al pueblo, y la clase política queda intacta a pesar de que son ellos los que ponen en marcha la iniciativa, “por el bien de todos”.

Sobre la clase política, hay mucha polémica, y no sin razón. Dejando a un lado los casos de corrupción y malversación de bienes públicos, se supone que ellos son nuestros representantes, y que como en toda democracia se ha de hacer lo que la mayoría vote. Pero no se da el caso, y esto solo incrementa el odio hacia el estado y empuja los nacionalismos.

Como posible solución, se propone una manifestación a nivel nacional, y no promovido por pequeñas causas y en lugares concretos. Debería ser una manifestación que llamase la atención y sirviese de ejemplo al mundo, ya que la unión hace la fuerza. Pero no, porque somos más reaccionarios que revolucionarios, porque somos más de votar en contra que a favor.

Por lo tanto, ¿no hay solución? Sí que la hay, pero no será momentánea. Como en muchos otros lugares, en los que ya se han dado cuenta, la solución está en el futuro, en la educación de los niños y niñas que un día llegarán a ser médicos, ingenieros o jefes de estado. Pero esa generación de jóvenes mejor capacitados y revolucionarios no vendrá por si sola. Hay que inculcar valores, y de ello se encargan pequeños héroes cotidianos, porque los héroes no son los de los libros, sino cualquier persona que haga un acto de humildad, para posibilitar un cambio que sea beneficioso para todos.


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